La semifinal del viernes será determinante para el Millonario, ya que una nueva derrota podría agotar definitivamente la paciencia de los hinchas, quienes vienen acumulando frustraciones a lo largo de un 2025 marcado por las decepciones deportivas.
El 2025 de River dista mucho de lo que esperaban los hinchas. Este viernes, desde las 22:10, el equipo disputará la semifinal de la Copa Argentina frente a Independiente Rivadavia, en un cruce que puede ser decisivo. El encuentro representa la posibilidad de mantenerse en carrera por uno de los objetivos propuestos por Marcelo Gallardo, pero también conlleva el riesgo de sumar un nuevo tropiezo a una temporada marcada por la irregularidad y las frustraciones.
La eliminación en la Copa Libertadores a manos de Palmeiras fue un golpe duro para el plantel y los fanáticos, quienes manifestaron su descontento durante la derrota ante Sarmiento en el Monumental. Esa caída se sumó a una serie de decepciones que comenzaron con la derrota en la Supercopa Internacional frente a Talleres, continuaron con la imposibilidad de llegar a las instancias finales del Torneo Apertura y se profundizaron con un Mundial de Clubes en el que el equipo no superó la fase de grupos.
Sin la Libertadores como meta, River se aferra a las dos competencias que le quedan: la Copa Argentina y el Torneo Clausura. El objetivo mínimo es alcanzar las finales de ambos torneos, aunque la exigencia de la institución y de su gente obliga a ganar al menos uno de ellos. Además de significar un título más para las vitrinas, conquistar la Copa Argentina le permitiría asegurar un cupo en la Libertadores 2026, algo que todavía no tiene garantizado. Si no logra el título, deberá ganar el Clausura o finalizar entre los tres primeros de la tabla anual para no comprometer su clasificación.
Marcelo Gallardo también se juega mucho ante Independiente Rivadavia. Pese al respeto y la admiración que genera su figura, las críticas empiezan a concentrarse en sus decisiones tácticas y en el rendimiento de los refuerzos que eligió. Hasta ahora, el equipo solo mostró destellos de su mejor versión, sin continuidad ni resultados importantes. Aunque su continuidad no está en duda y ningún candidato a presidente contempla su salida, el propio Gallardo deberá evaluar al final del año los errores y aciertos que marcaron esta etapa, y decidir si sigue o da un paso al costado en busca de un nuevo ciclo.





